EMEN EUZKADI IRRATIA EUZKO ERRESTENZIKO GUDARIEN DEYA 

DIA FINAL

Bajo el lema Batasuna eta Indarra/Unidad y fuerza, que brotó de sus labios con naturalidad, pues expresaba el ánimo del grupo EGI con claridad.

Esa Asamblea de PNV/EAJ fue importante porque significaba la primera manifestación del partido en el país, tras cuarenta años de clandestinidad. Además de la gestión de su organización, de la redacción de sus ponencias, del cuidado de los detalles, mucha de esa labor recayó en Anasagasti e Irujo, así como la instalación de un equipo de traducción instantánea euskaracastellano que fue tarea de J. J., se preparó el acta final de Radio Euzkadi/Euzkadi Irratia.

El grupo nuclear EGI Caracas hizo un último esfuerzo conjunto pues la vida los iba a disgregar: Anasagasti se quedaba en Bizkaia, Azurza, Elosegi e Intza en Gipuzkoa, e Irujo en Nafarroa. La despedida de la Radio era también la despedida del equipo.

La Asamblea constituía un reencuentro entre personalidades, un robustecer de un partido que había operado en la clandestinidad, y un prepararse para gobernar un país. Aquella magna congregación presidida por Manuel Irujo y Juan Ajuriagerra significaba un movimiento democrático sin precedentes.

Las Juntas de los Territorios Históricos del país convivieron con las Extraterritoriales, donde los vascos habían combatido durante dos generaciones por su país. Paúl Agirre y Garbiñe Urresti, nuestra Golda, representaban a Venezuela. Un emocionado y anciano Manuel Robles Arangiz, palpando el espíritu de aquella reunión, exclamó: «¡Quién pudiera ser joven para volver a empezar!» Y yo, entre tanto trajín, iba recitando los versos de León Felipe, el poeta que se murió en el exilio de México:

Todas las lenguas en un salmo único,
Todas las bocas en un grito único,
Todos los ojos en un llanto único
Y todas las manos en un ariete solo
Para derribar la noche,
Para rasgar el silencio,
Para echar de nosotros la sombra...

El cierre de Radio Euzkadi/Euzkadi Irratia se anunció al final de la Asamblea. Le tocó a Pello Irujo un cometido difícil porque debía anunciar a los allí congregados, alma y nervio del país en el futuro, que la radio, alma y nervio de su generación en Venezuela, emitía su último programa en Santa Lucía.

Que Pedro y Pablo, tras trece años de labor continua, callaban para siempre. Fue breve. Porque o se decía cuánto había significado la encomienda, o simplemente se resumía en la palabra Agur, que en euskara tiene significación de salutación y despedida. Optó por esto último, y su voz, impecable y melodiosa, que tantas grabaciones de había efectuado, se quebró por vez primera de la emoción. Pero pensó, con su optimismo habitual, que ahora tenía otros retos que afrontar y que lo haría de la misma forma y manera con que se enfrentó, con apenas veinte años, al de Radio Euzkadi/Euzkadi Irratia. Y con el mismo amor, la misma dedicación. El mismo optimismo. Levantar EAJ/PNV en Navarra era su próximo reto. Y mientras decía Agur a su criatura de la selva, se preparaba para la tarea próxima de SLI criatura en la cuenca de Pampfona/Iruña herria.

Entre tanto, en Venezuela, aquel 30 de abril de 1977, el resto del grupo colocó el último Talo en el cuerpo de la emisora. Pedro y Pablo escupieron su humareda habitual e hiparon sus últimos ruidos. El programa fue breve. Había tanto que decir que ellos también lo sintetizaron en una sola frase: «La labor está cumplida.» Lágrimas ardientes corrían por las mejillas CLirtidas de Guillermo Ramos, Domeka Etxarte, Félix Aranguren, Iñaki Aretxabaleta, Joseba Iturralde, Txomin Bizkarret, Jon Mikel Olabarrieta, de Atutxa, de Elizaldc...

Desplazados desde Caracas a La Virginia, a El Paraíso, bordeando el río Guaire que en la época de lluvias tantas veces nos inundó peligrosamente la carretera, cruzando el puente de metal militar, salvada la inspección de la Guardia Nacional, con prudente miedo a los guerrilleros que deambulaban cercanos, llegaron al borde de la laguna en la que una vez un trapiche molió caña de azúcar. Triste el ánimo pero cumplida la misión, dijeron adiós a su labor, enterrando en la selva venezolana la ilusión que fue motor de sus vidas durante 13 años.
Pero los vascos, al menos los que son como ellos, no tienen temperamento plañidero. Como una sola voz aquellos hombres reunidos en La Virginia por última vez, hicieron llegar a los reunidos en el Amaya por primera vez, el himno de los gudaris, de los que ofrendaron vida y honor por la libertad de la patria.
... Euzkadikogudarigera...


Muchos años después, cuando la mortal enfermedad cercaba a Pello Irujo, cuando lo alejaba de nosotros, le sacaron una foto en el Sahara. Estaba en una misión de la Consejería de Justicia del Gobierno Vasco/Eusko Jaurlaritza, en los campamentos saharauis, en compañía del Consejero Joseba Azkarraga, con el que mantuvo una afectuosa relación personal y una relación de trabajo excelente. Fue Joseba quien me envió la foto, que recibí en los primeros días del duelo, y con certera intuición. Irujo está, sonriente, junto a la hoy Consejera de Medio Ambiente, Esther Larrañaga. Ambos posan junto a un cartel que lleva caracteres árabes y la siguiente leyenda en euskara: SAHARAKO IRRATI NAZIONALA.

Hasta el final de sus días Pello estuvo en cierto modo regresando a Radio Euzkadi/Euzkadi Irratia. Al compromiso que significa la palabra, la divulgación de la verdad, la transmisión de las ideas como única arma valedera para conseguir el objetivo de la libertad.

Besé la foto una y mil veces, recordando todo lo sucedido en relación a Radio Euzkadi/Euzkadi Irratia, y también porque solo yo sabía que en su vieja billetera de cuero, entre sus tarjetas de direcciones, teléfonos y dineros, había, cuidadosamente doblado, un papel envejecido, casi imposible de leer, donde estaban escritos, con su letra puntiaguda, los teléfonos del grupo nuclear de EGI/Caracas. Los teléfonos que habían servido para el contacto de la operación radial más importante, a mi juicio, de la resistencia vasca en el exilio. Jamás pudo desprenderse de él, aunque ya los teléfonos no sonaban. Ya nadie podía responder. Y él mismo pronto no podría llamar ni responder más. Pero gracias a que un día funcionaron con semejante vitalidad, Euskadi pudo renacer de sus cenizas.


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